Llevas mucho tiempo dedicándote a la ilustración profesional, pero ¿cómo comenzó tu afición al dibujo y tu carrera profesional en la industria?
Creo que mi afición al dibujo no comenzó, lo que ocurrió es que no terminó. A todos los niños les gusta dibujar, la diferencia entre los adultos dibujantes y los adultos que no dibujan es que para estos últimos llegó un momento en que abandonaron los lápices. Así de simple. Sólo soy un adulto que nunca dejó de dibujar y las razones para ello las desconozco, pero sería un buen tema de reflexión.
Respecto a mi carrera profesional fue una cuestión de darle salida a mi afición, en un momento en que el mercado laboral estaba en crisis y, por qué no decirlo, mi experiencia laboral en otras áreas me había dejado bastante quemado. Pero, que conste que, hasta que no me publicaron mi primer cómic allá por 2013, nunca pensé que llegaría a dedicarme a esto de forma profesional.
Tienes un estilo muy característico, que recuerda mucho al cartoon, muy dinámico y efectivo. ¿Cuáles son tus referentes e influencias?
Creo que para mí casi todo es un referente, desde los cómics de superheroes ochenteros, el cómic europeo más cartoon tipo Spirou, o mi admirado dibujante español Carlos Giménez.

Actualmente, en el mercado español parece que se impone un formato más extenso que las tradicionales grapas estadounidenses, más cercano al álbum europeo. ¿Cómo prefieres trabajar, en capítulos de cadencia regular o entregando un proyecto terminado de más páginas?
Veo más razonable trabajar por entregas, es el formato en el que se trabaja en todo el mundo excepto en España. Me parece una locura meterse en un proyecto de 200 páginas que no sabes si va a ser publicado o si, una vez publicado, va a contar con el favor de los lectores. Las entregas dan mayor seguridad, ya sean las 20 páginas del formato estadounidense o las 50 del europeo. Incluso te permite alternar otros proyectos y, sobre todo, evita que el autor se queme en un proceso que puede durar más de un año de intenso trabajo sin la seguridad de si va a ver la luz. Además, la publicación por entregas permite precios de portada más asequibles para los lectores. Y a la gente le gustan las series, ¿no?
¿Qué referentes has utilizado para crear a los personajes de Buffalo Bill y el último dragón?
Algunos de esos referentes vienen ya dados pues pertenecen a personajes históricos reales, como Bufallo Bill, si bien es cierto que durante el transcurso de las páginas esos personajes han ido ganando personalidad propia. Bill, por ejemplo, ha resultado ser un Don Quijote en lo visual y, en lo personal, todo un machista conservador hijo de su tiempo. Pero como contrapeso están esas dos pedazo de mujeres que son Calamity Jane y Nellie Bly que le acompañan, y que le sacarán constantemente de apuros demostrándole que la habilidad y el ingenio no son exclusivas de los hombres.
¿Qué proyectos tienes en cartera tras acabar esta serie? ¿Volveremos a ver a los personajes?
Tras el fin de esta miniserie, continuar con nuevas entregas dependerá de la respuesta del público. Y también de si nuestro guionista, Carlos Díaz, está dispuesto a aguantarme otros cuatro números (risas).